sábado, 7 de noviembre de 2009

III Lisa, el filósofo

Si según Antonio Machado el Toboso es la patria de la mujer idea, ¿cuál es la patria de las ideas de Esteban Lisa? Su forma de pensar no se asemejaba a la línea de la filosofía española que lideraba José Ortega y Gasset, ni a la de los eruditos que lo seguían, los de la famosa escuela de Madrid: Xavier Zubiri, Ferrater Mora, Julián Marías, y Manuel García Morente. Su pensamiento tampoco coincidió con el de los filósofos de su tiempo aquí en la Argentina como García Venturini, Pucciarelli, Mondolfo, Risieri Frondizi etc. De ahí la reiteración de la pregunta: ¿Con las de qué país se pueden identificar la reflexiones de Lisa? Las suyas no son españolas ni argentinas, porque sus raíces son más cósmicas que regionales, son un mensaje lírico en el que se mezclan la realidad, la fantasía y los sueños. Sus hipótesis están más allá de todo nacionalismo como más allá de toda la física; pretenden ser una metafísica en la filosofía y una metafísica en el arte. Lisa fue admirador de Pitágoras, Platón, Nicolás De Cusa, Avicena y Kantiano hasta la médula.

A Lisa como a Tales, le preocupaba el “principio” como comienzo y fundamento. Para el llamado padre de la filosofía fue el agua. Luego para Heráclito ese principio: “Es lo que no es, el devenir. Existir es un perpetuo cambiar, un estar siendo y no siendo”. En la etapa moderna, ese principio reaparece en uno de los grandes de la época, Leibniz –creador de la monadología, o metafísica de la substancia– que anuncia: “El principio es la Mónada, las Mónadas son indivisibles, inmateriales, y se relacionan entre sí por una armonía preestablecida”. Al arribar a la época contemporánea, encontramos Teilhar de Chardín, filósofo y paleontólogo francés que no parte de la cosa inanimada, si no de las primeras formas vivientes y escribe: “El origen de la vida es la energía”.

Lisa, obsesionado por ese principio tan buscado, sigue avanzando por la misma senda y elabora su propia teoría a la que llamó “Teoría de la Cosmovisión”. Con ella va más allá que sus antecesores al decir: “Materia y energía tienen su origen en la armonía cósmica preestablecida, por tanto, armonía precede a energía”. Esa armonía sería el fundamento eterno, infinito, del cual todo proviene y al cual todo retornará en la consumación de los tiempos. Aquí aparece el sentido de la Teoría de la Cosmovisión que trata de buscar la relación entre la energía nuclear y la energía hominizada que anima la vida biológica, espiritual, y la capacidad creadora del hombre. Éste, no es un producto hecho afuera de la Naturaleza, si no que, como ente creado es semejante al resto de la creación y a su Universo físico. Gracias a la Teoría de la Relatividad, sabemos que por las altas velocidades, espacio y tiempo se comprimen en una “unidad espacio–tiempo”, sin tiempo y sin espacio. Desaparece el tiempo, desaparece el espacio; esa unidad, es la expresión de la más perfecta armonía cósmica, y en esa armonía cósmica, tienen su origen la materia y la energía.

Los hombres de ciencia, por un complejísimo proceso de laboratorio consiguieron liberar la energía contenida en la materia y produjeron un suceso que conmovió ala humanidad; un suceso de tal magnitud que dio nombre a una nueva era, la atómica. ¿Qué pasaría si apelando a otro procedimiento, alguien –¿Lisa?–, consiguiera emancipar la energía hominizada contenida en la unidad espiritual del hombre?

Gracias a la teoría Einsteniana se consiguió liberar la energía nuclear de la materia. Como la Teoría de la Cosmovisión es al hombre lo que la Teoría de la Relatividad al Universo físico, podríamos pensar que no es tan descabellado imaginar que con una educación estética apropiada, se podría agregar a su capacidad emocional todo el caudal de energía hominizada atrapada en su espíritu. Este acontecimiento le daría un estado de exaltación emocional casi religioso, una visión armoniosa que lo llevaría a descubrir al hombre invisible; a ese hombre invisible que se halla oculto detrás del hombre visible que somos nosotros. Esa visión armoniosa sería frente a lo creado, una nueva capacidad humana que nos permitiría penetrar en la región de lo imperceptible.

El Evangelio dice que el hombre actúa como si estuviera dormido. Santo Tomás de Aquino, tuvo la fortuna de gozar de una visión semejante a la visión armoniosa, él, la llamó “contemplación infusa”. “Comparadas con ésta maravillosa visión –dijo–, todas las obras que llevo escritas son paja o broza”. Aldous Huxley, al someterse a la experiencia de la Mezcalina experimentó una visión semejante. No debió ser posible que esa forma de ver la hubiera hallado en la droga, ésta, lo único que debió haber hecho fue provocar la manifestación de la que ya estaba en él, inmanifestada, pero en él. Lisa creía que era posible dar al hombre esa visión, y con ella, un estado de plenitud espiritual sin recurrir a ninguna droga. Apostaba a que un proceso de educación estética y filosófica, lo iba a llevar naturalmente a liberar a su energía hominizada.

Sócrates dice en el Fedón: “Existe un mundo maravilloso más allá de éste mundo; en él, los colores son más puros y brillantes de lo que son en éste”. Esto lo dice Sócrates, nadie le pone reparos, pero cuando lo decimos nosotros… Si embargo es cierto, existe ese mundo y no está tan lejos; está apenas un poco más allá de nuestras narices; un mundo de armonías, bellezas indescriptibles, pero desconocemos su existencia. Con él, coincidió Platón diciendo: “La visión de ese mundo a descubrir, es una visión de espectadores bienaventurados; ver las cosas en su plenitud, es una bendición inexpresable”. Alldous Huxley, en “Las puertas de la percepción”, contó que estando bajo el efecto de la Mezcalina, vio que no era un mundo lejano, sino un mudo que existía allí mismo.

Digo al comenzar éste capítulo: El suyo es un mensaje lírico; lo es porque muchas veces, es desbordado por tanta poesía; digo también que en él se mezclan la realidad y la fantasía. Por un lado, lo real que se opone a lo aparente y a lo posible; por otro, pero formando parte del mismo complejo, la fantasía, de la que dijo Dilthey que “Es el fundamento de toda creación libre”.

La Teoría de la Cosmovisión de Esteban Lisa, fue una hermosa creación estético filosófica que quiso ser libre y no sujetarse a la tiranía de la estadística y la realidad, pero…, el maestro, pecó por exceso de credulidad y pagó con desencanto por su pecado.


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