viernes, 27 de noviembre de 2009

Catálogo Muestra Esteban Lisa (Madrid, 1998)

Óleo de Francisco Pelegrin

De mi primera clase con Lisa (1956), a la "Última luna de octubre" (2009), un largo camino

Recién salido de la adolescencia, yo era un soñador empedernido, amante de la música clásica y el arte. Siendo muchacho fui llevado por un amigo a conocer la Escuela de Arte Moderno "Las cuatro dimensiones". El instituto estaba ubicado en el barrio de Congreso, pero la escuela era de "otro mundo". Las que allí llegaban eran personas sensibles con inclinaciones artísticas, pero gente normal que vivía con preocupaciones comunes en un mundo de tres dimensiones.
En la Escuela aprendimos a filosofar y, apoyándose en la técnica del color, Lisa nos dio una visión especial. En esa visión, estaba la clave para poder contemplar las cosas que los demás no veían. Esta nueva capacidad fue la que nos permitió descubrir un paraíso; éste estaba cerca de nosotros, sin embargo desconocíamos su existencia. Por entonces, nuestro mundo habitual, como el de la inmensa mayoría era de tres dimensiones, multitudinario, vulgar, estridente. Lisa nos dio alas para que pudiéramos volar a otro, uno solo conocido por pocos. En ese punto lejano-cercano del Universo, aprendimos a jugar (en el sentido que Schiller daba al término "juego").
Mi compañero Isaac -actualmente consagrado pintor- fue el primero en llegar; tal vez porque yo siempre tuve una mayor inclinación por la filosofía y las letras que por la paleta. Acaso porque lo que nos abren las palabras, sea un camino más largo y más empinado que el luminoso y alegre sendero que también lleva a la meta, el del color.
El maestro nos enseñó a convertir el caballete en un instrumento musical. Además consiguió que la paleta y el libro "Crítica de la Razón Pura" de Kant (con sus conceptos espacio-tiempo como clave para la comprensión del arte abstracto) pasaron a formar parte de nuestra anatomía. Nos ubicó en un tiempo sin antes ni después y nos puso a pensar en un espacio sin arriba ni abajo; sin derecha e izquierda. Allí los planos que manejábamos los movíamos sin hacerle perder su estatismo, porque los manejábamos en un mundo cuatridimensional. En él reinaban la soledad, la paz, la armonía y el silencio; y teníamos que trabajar con verdadero fervor para poder hacerlo nuestro.

Francisco Pelegrin (copyright, 2009)

lunes, 16 de noviembre de 2009

Julio Sánchez Gil comenta la obra de Francisco Pelegrin

Julio Sánchez Gil, viajero incansable, conocido historiador español que lleva publicados varios libros de historia, estando en España leyó "La última luna de octubre" y desde Madrid, donde tiene su residencia, me envió un e-mail con un breve, pero muy conciso comentario:


Querido amigo:Te cuento que he terminado tu extraordinario libro. Es conmovedor el desarrollo y muy bello el final. Destilan las frases de los protagonistas enseñanzas filosóficas, probablemente e inexcusablemente por tus lecturas en este campo, aparte de multitud de experiencias seguramente vivenciadas en la niñez y juventud. Vuelvo a repetir, que los planteaminetos, tu forma de escribir y el peso filosófico del libro me recuerda en mucho a los mejores libros de Saramago.
Supongo que en manos tendrás alguna nueva historia. De nuevo, abrazos

Julio Sánchez Gil

sábado, 7 de noviembre de 2009

Novela "La última luna de octubre" de Francisco Pelegrin, año 2009

Óleo de Isaac Zylberberg

Carta a Francisco Pelegrin, con motivo de su novela "El Puma"

Óleo de Osvaldo Alcoceba

Novela "El Puma"

EDUARDO ALCOCEBA- TINTA CHINA- SOBRE LA NOVELA EL PUMA DE FRANCISCO PELEGRIN


X

Novelas

El Puma.

Es una narración que se desarrolla en una noche, la del dieciocho de setiembre de 1.948. Fue concebido como un relato humorístico, pero los personajes decidieron otra cosa y sacándole la lengua al autor lo convirtieron en un drama. ¿Por qué ocurrió esto?

Tal vez porque apareció en mi camino ese conocido fenómeno literario que otros autores alguna vez han conocido: “No se sabe por qué, a veces, en un momento de la narración algunos personajes cobran vida propia y sus determinaciones son tan fuertes que escapan a la ficción”.








Poema de Francisco Pelegrin

MI MUSA BOVINA

Francisco

Cualquiera puede jugar a ser poeta,

como los juegos son verda dementira,

alguien no será bardo aunque quiera.

.

Vaca, sescribe con vedeva.

Mi musa vacuna, de todo el vacaje,

es la más buena, la más mansa,

mi musa vacuna asimismo es sabia

y nolevala bedeburra.

Mi musa, peseasu raza

no es bovina niés bobeta,

es la hembra piola del toro corneta.

Vive rumiando paciencias,

su hacer esún sinparaqué,

no tiene lista de urgencias.

Dice muuu…chas cosas consumu,

y nada consusilen,

moja su entorno consupís

y abona la tierra consumier,

alza el espanta bichos levantando suco

y destapa inmundicias mostrando sucu.

Cuando llueve se le moja el lo,

Alandar sobrelba embarra suspa,

pero cuando aclara selesé cató.

Alimentan sus ubres llenas dele,

bajo el sol proyecta susom

y en las sombras se entrega a susue.

Mi musa bovina

está enamorada del campo,

solo viene a la ciudad si

la traen hecha churrasco.

Libro de cuentos de Francisco Pelegrin

IX

Libros.

En el año 2.005 la editorial Almagro, de los que tengo escritos eligió veinte cuentos y los agrupó en un libro al que dio por título: “Esto es puro cuento” que fue publicado al año siguiente, es decir, en el 2.006.

Un crítico literario, Oscar González desde la página de un periódico, entre otras cosas dijo:

“En el principio hay un cuento policial –“Tahúres”–, que se desarrolla en Francia. Uno de los personajes es un barrendero que limpia las calles de Marsella y se llama Marcel Escó Bión, que ya en el prólogo de la aventura define las intenciones del autor. Los relatos de Francisco Pelegrin, emocionarán o arrancarán una sonrisa cómplice al lector que habite cualquier barrio porteño y no cierre la puerta a la memoria.



Poema de Francisco Pelegrin

JUGANDO CON OLIVERIO[1]

En los límites de un círculo

Te veo inote sigo, calculo tu peso inote digo.

Mitan deseada; solo una borrachera

calmará ésta fantasía loca.

Mi “erofrote”, minunca

frotada. Rompedora

de termómetros invendibles,

nomía porque siemprescapa iqueda

fuera delal cance deminútil manoagarra.

No me bastan dos labios para besarte agusto

diez dedos son pocos y no alcanzan para

merodear hambrientos por tus rincones secretos.

Mitodo, minada, mimaga, laque podría convertir

mi aburridísimo lecho enun trono combustible

imi no-día breve en si-noche interminable.

Pero si cuando nos cruzamos me mirás

malivia saber queno podés adivinar

ni lo que pienso ni lo que siento.

porque tus pechos revuelven

mi marote, me desvelan en

la noche itu cadera merre

cuerda a Marlon Brando,

a la manteca ial “Último tango”.



[1] Inspirado en algunos poemas de Oliverio Girondo

Libro de Francisco Pelegrin sobre la obra de Lisa

Óleo de Esteban Lisa- "Líneas y colores sobre una hoja de diario"

Un hombre Maduro, Débil,Sometido, Despreciado

Un día dijo basta.

Cuentos

VII

Cuentos.

Entre los que llevo escritos, hay docenas de cuentos que son docenas de historias diferentes. Tienen distinta extensión y están confeccionados con tela de distinto paño. Entre ellos, hay crónicas reales, narraciones fantásticas. Los hay policiales y autobiográficos, cuentos históricos y de ficción. Varios se desarrollan en España, en la región de Almería, por eso son regionales, y con el gracioso decir de los andaluces se desarrollan a principios de 1.900. Otros se desenvuelven en el mismo siglo, pero la década del treinta. No faltan los humorísticos ni los testimoniales. Algunos son intimistas y confidenciales, y varios guardan mensajes optimistas para la gente mayor.

Aquí dos cuentos cortos

Y un cuento brevísimo



EL PLANTÓN

—¡Carajo!, empecé a levantar presión. Ya estoy hablando solo, el mozo me está junando. Me puse bastante chivo; no es para menos, media hora de plantón en la mesa déste bar. (Serenándose) Pero vale la pena, la mina que espero es un lujo; abogada, joven, rubia, alta, simpática, elegante; por si fuera poco es un budín y asimismo parece que está bien forrada. La conocí en la gomería cuando vino a darle aire a las gomas del Mercedes que maneja. Seguro que me la impresioné cuando no quise agarrarle propina. Tenía la radio prendida con una musiquita muy linda; le batí que no la conocía y me dijo que era el Claro no se cuanto de Ventobe, o algo así. Esta es nuestra primera cita. Soy sotipe, medio groncho, pelo duro. ¡Qué envidia me van a tener en el barrio! Les viá tapar la boca a los que dicen que soy fulero y me llaman salamín. Se que soy tímido; que no tengo labia y mi pilcha es bastante rasqueta, pero es limpia y no tiene la baranda del mameluco que uso pá laburar. Nunca había oído a Ventove porque solo escucho cumbias; cultura no tengo y ortiban que soy medio analfabestia.

Una hora después. —Esta cosifai, ¿habrá tomado mi invitación en serio o me habrá agarrao pal churrete? ¿No habrá aceptado por joda? ¿Vendrá?



3 CARTA CERTIFICADA

Buenos Aires

Sábado 5 de julio del año 2008

Mi querida Marta:

Tenemos una cita; dentro de una hora deberíamos encontrarnos en el Aconcagua porteño –el Obelisco–. Lo siento, no voy a poder ir. Aún estoy en casa sin afeitar. Todavía no me bañé ni cambié. Ni saliendo ahora mismo llegaría a tiempo al lugar del encuentro.

Te escribo éstas líneas para pedirte que no vayas. Para asegurarme que vas a recibir esta carta, la pongo en un sobre azul y la voy a mandar certificada

Siempre tuyo: Francisco


Fotografía de Francisco Pelegrin, retratado por Ileana Andrea Gómez Gavinoser

fundación Esteban Lisa -Frente Edificio

VII
El buen gusto como compromiso
Siempre debe estar presente en toda elección; como elección también es exclusión, cuando se elige lo ordinario, se deja a un lado algo distinguido.
La "Escuela de Arte Moderno" no sólo nos daba una "visión armoniosa"-forma profunda y distinta de ver las cosas-, sino que, además, contribuía a fomentar en nosotros el buen gusto, dándole a esa singular cualidad la importancia que merecía y haciendo posible que sobrepasáramos su nivel común, porque de ello dependía la calidad de nuestra vida.
En la "escuelita" -como cariñosamente la llamábamos en la intimidad-, no sólo pintábamos, sino que estudiábamos filosofía desde los presocráticos hasta los existencialistas, pasando y deteniéndonos cuidadosamente en Kant. Asimismo declamábamos con entusiasmo a Walt Whitman y a los grandes poetas de nuestra lengua( Machado, García Lorca etc.). Asimismo leíamos la gran literatura; tanto las más célebres obras de la Antigüedad (Goethe, Cervantes, Ibsen), como las buenas de nuestro tiempo.
La educación que recibíamos, sin endurecernos ni tornarnos intolerantes, y mucho menos soberbios con nuestro entorno, nos ponía exigentes con nosotros mismos y nos apartaba, no conflictiva sino naturalmente, de los lugares comunes y de las cosas mediocres.
Tutearse con el buen gusto es placentero, además nos vuelve adictos a la hermosura inalterable, la que está más allá del plano físico, porque no es la belleza que se ve, sino la que se descubre. Penetra en la suprema y más honda región de la vida emocional y despierta en nosotros hondos sentimientos espirituales de paz y serenidad.
A amigos que animados por su vocación concurren a talleres literarios, les digo que más importante que aprender a escribir es aprender a leer. Por supuesto me refiero a las obras clásicas. Que traten de elegir lo mejor, no sólo en el campo de la literatura sino también en materia de música o pintura. Les digo además, que una persona que lee las peores revistas, que escucha mala música y que mire abominables audiciones en televisión, es muy difícil -aunque ponga en ello el esfuerzo- que pueda llegar a escribir bien. Que la vulgaridad, como el insecto al caza moscas, se pega con facilidad.
Los que piensan que la creación, es más importante que el entretenimiento, y aspiran a escribir seriamente, deben estar comprometidos con el buen gusto, pero no como si sólo se tratara de un deber literario, sino con un compromiso de y por vida.

VI Un alumno de Lisa.



Yo, que a veces solo soy Francisco Pelegrin, estuve quince años a su lado, él, hace ya un cuarto de siglo que dejó este mundo, sin embargo, sigue siendo mi maestro.

Corría el año 1.956, respondiendo a la insistente invitación de mi amigo Miguel Berarldi fui a conocer la “Escuela de Arte Moderno las Cuatro Dimensiones”. Como era un amigo muy entusiasta y su apasionamiento lo hacía caer en fantasías y excesos, lo acompañé con cierto recelo, pero me llevé una sorpresa, no solo no había sido exagerado, sino que no me había contado todo lo que iba a encontrar allí. Esa Escuela de Arte era un Instituto educativo que, a cambio de dedicación y perseverancia ofrecía a los alumnos que llegaban una educación estética completa. Allí se daban charlas orientadoras y clases de dibujo, pintura y filosofía. Estaban a cargo del director del establecimiento, profesor E. Lisa, cuya mayor obsesión era la búsqueda de un nexo entre la filosofía y el arte.

Ya el primer día quedé deslumbrado; su estilo era algo único, tan distinto a todo lo conocido que quedé atrapado. Había ido a curiosear, solo un momento y me quedé junto al maestro quince años. A esa época, y por su influencia filosófica pertenecen éstas obras: “El hombre y sus posibles desarrollos”, “Adán”, “El hombre y su condición sexuada”, “Ser y Tiempo”, que es un estudio de la interpretación hecha por Alfhonse De Waelens de la obra cumbre de Heideger. Así mismo, también escribí “La realidad y los sueños en la Teoría de la Cosmovisión” que es un investigación de la apasionante teoría de Lisa.

Al empezar el nuevo siglo, sin dejar la Fundación a la que sigo y por vida seguiré ligado, dejé de escribir ensayos y abandoné la pintura para dedicar todo mi tiempo a leer literatura y a escribir cuentos y novelas.


Entrada de la Escuela Esteban Lisa-Salón Principal

V- F E L Fundación Esteban Lisa.



En el año 1.984, Horacio Bestani, Isaac Zylberberg y el que escribe estas líneas, comenzaron a planear la concreción de uno de los principales anhelos del maestro–filósofo–artista plástico; la creación de una institución dedicada enteramente a la educación estética del hombre.

Para ello, y gracias al importante aporte económico de Horacio, adquieren un viejo edificio ubicado en la calle Rocamora 4555, en el barrio de Almagro, el que durante un par de años fue sometido a trabajos de acondicionamiento y refuncionalización

Al finalizar las obras, la sede de la Fundación –de tres plantas- contaba con un taller de dibujo y pintura. Uno para grabado y técnicas mixtas, una sala acondicionada para dar clases de teatro y danza, la biblioteca personal de Lisa, y un salón principal destinado a exposiciones, conciertos, y conferencias.

En el mes de octubre de 1.987, La Fundación Esteban Lisa es inaugurada oficialmente con la realización de la primera exposición pública de la obra plástica del artista.

La Fundación funciona como en centro cultural multidisciplinario, en el que tienen lugar exposiciones individuales y colectivas. También se llevan a cabo ciclos de conciertos, reuniones literarias y conferencias. La Fundación ha donado algunas de las obras del maestro a distintos museos del mundo: Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, y a varios museos importantes de Europa y América.


Juego con líneas y colores- Esteban Lisa- Ilustración de Einstein y Picasso

IV- Lisa ,el pintor.


Óleo de Francisco Pelegrin



Pese a estar radicado desde chico en nuestro país no sacó carta de ciudadanía, por eso fue el primer pintor abstracto español. Nunca demostró interés en hacer carrera de artista. Lo apasionaba la enseñanza, fue un educador comprometido con su época y quería contribuir al desarrollo espiritual de los jóvenes. Solo un reducido número de alumnos disfrutó y aprovechó sus enseñanzas. Admiraba a Kant y a Picasso y lo embriagaban las teorías cósmicas de Einstein, sus modelos tutelares. Como filósofo, les dedicó una de sus obras y en 1.956 le editaron un hermoso libro ilustrado que como no podía ser de otro modo, se llamó: Kant – Einstein y Picasso.

A sus discípulos les exigía dedicación total. En toda su vida nunca expuso sus trabajos y jamás vendió un cuadro. Su obra es producto de una dualidad: pasión–razón. Después de su muerte, cuando empezó a ser conocido, un crítico de arte al descubrirlo dijo: “Lisa es figura de culto, tal vez sea el eslabón perdido del arte abstracto americano. En otra ocasión, el Fondo Nacional de las Artes, al presentar sus obras al público, a la muestra la tituló: “El secreto mejor guardado del arte argentino”.

—¿Y usted, por qué no expone? –le preguntábamos intrigados.

—Todavía no es tiempo, aún estoy investigando. –nos contestaba–. Y así siguió muchos años, investigando. Transcurrió toda su vida sin exponer; creo que su obra completa es una búsqueda incesante de si mismo durante cincuenta años.

Con orgullo mostraba al público nuestras pinturas, por eso, para darlas a conocer, con frecuencia organizaba muestras en la escuela. Acompaña a éste capítulo la reproducción de una de mis pinturas expuestas en aquélla época.

Lisa fue un hombre múltiple, pensador, pintor secreto y escritor. Hacía llega sus obras a pensadores consagrados que residían en el extranjero; entre otros, nada menos que a Eduardo Spranger, Aldous Huxley, Gregorio Marañón, Bertrand Russell y otros no menos conocidos que los recibieron con beneplácito y le hicieron llegar –especialmente Spranger– encendidos elogios. Poseía una personalidad muy fuerte, dominadora. No toleraba las llegadas tarde y mucho menos las ausencias; sentía un gran disgusto cuando un alumno lo abandonaba o dejaba la escuela para dedicarse a una actividad lucrativa. Con frecuencia comentaba que a la enseñanza del dibujo y la pintura, en las escuelas oficiales no se les daba la importancia que merecían. “En torno nuestro, todo es forma y color. Tomar conciencia de cuanto nos rodea, es crear en nosotros una capacidad para el asombro”. La “Crítica de la Razón Pura” ejerció gran influencia en sus obras y en sus investigaciones en campo de la estética y en el de la enseñanza. Cuando Del Prete, ya consagrado internacionalmente lo visita al regresar de Europa le dice: “Lo que allí están haciendo, vos aquí, solo, lo estás haciendo en Buenos Aires”.

Más que enseñar a dibujar y a pintar, su aporte consistía en dar una educación total al alumno. Evocaba a Sócrates y trataba de hacer lo mismo, el papel de partero; “partear”, ayudar a cada uno a sacar afuera lo que cada uno tenía dentro de sí.



Tapa libro de Esteban Lisa "Kant, Einstein y Picasso"

III Lisa, el filósofo

Si según Antonio Machado el Toboso es la patria de la mujer idea, ¿cuál es la patria de las ideas de Esteban Lisa? Su forma de pensar no se asemejaba a la línea de la filosofía española que lideraba José Ortega y Gasset, ni a la de los eruditos que lo seguían, los de la famosa escuela de Madrid: Xavier Zubiri, Ferrater Mora, Julián Marías, y Manuel García Morente. Su pensamiento tampoco coincidió con el de los filósofos de su tiempo aquí en la Argentina como García Venturini, Pucciarelli, Mondolfo, Risieri Frondizi etc. De ahí la reiteración de la pregunta: ¿Con las de qué país se pueden identificar la reflexiones de Lisa? Las suyas no son españolas ni argentinas, porque sus raíces son más cósmicas que regionales, son un mensaje lírico en el que se mezclan la realidad, la fantasía y los sueños. Sus hipótesis están más allá de todo nacionalismo como más allá de toda la física; pretenden ser una metafísica en la filosofía y una metafísica en el arte. Lisa fue admirador de Pitágoras, Platón, Nicolás De Cusa, Avicena y Kantiano hasta la médula.

A Lisa como a Tales, le preocupaba el “principio” como comienzo y fundamento. Para el llamado padre de la filosofía fue el agua. Luego para Heráclito ese principio: “Es lo que no es, el devenir. Existir es un perpetuo cambiar, un estar siendo y no siendo”. En la etapa moderna, ese principio reaparece en uno de los grandes de la época, Leibniz –creador de la monadología, o metafísica de la substancia– que anuncia: “El principio es la Mónada, las Mónadas son indivisibles, inmateriales, y se relacionan entre sí por una armonía preestablecida”. Al arribar a la época contemporánea, encontramos Teilhar de Chardín, filósofo y paleontólogo francés que no parte de la cosa inanimada, si no de las primeras formas vivientes y escribe: “El origen de la vida es la energía”.

Lisa, obsesionado por ese principio tan buscado, sigue avanzando por la misma senda y elabora su propia teoría a la que llamó “Teoría de la Cosmovisión”. Con ella va más allá que sus antecesores al decir: “Materia y energía tienen su origen en la armonía cósmica preestablecida, por tanto, armonía precede a energía”. Esa armonía sería el fundamento eterno, infinito, del cual todo proviene y al cual todo retornará en la consumación de los tiempos. Aquí aparece el sentido de la Teoría de la Cosmovisión que trata de buscar la relación entre la energía nuclear y la energía hominizada que anima la vida biológica, espiritual, y la capacidad creadora del hombre. Éste, no es un producto hecho afuera de la Naturaleza, si no que, como ente creado es semejante al resto de la creación y a su Universo físico. Gracias a la Teoría de la Relatividad, sabemos que por las altas velocidades, espacio y tiempo se comprimen en una “unidad espacio–tiempo”, sin tiempo y sin espacio. Desaparece el tiempo, desaparece el espacio; esa unidad, es la expresión de la más perfecta armonía cósmica, y en esa armonía cósmica, tienen su origen la materia y la energía.

Los hombres de ciencia, por un complejísimo proceso de laboratorio consiguieron liberar la energía contenida en la materia y produjeron un suceso que conmovió ala humanidad; un suceso de tal magnitud que dio nombre a una nueva era, la atómica. ¿Qué pasaría si apelando a otro procedimiento, alguien –¿Lisa?–, consiguiera emancipar la energía hominizada contenida en la unidad espiritual del hombre?

Gracias a la teoría Einsteniana se consiguió liberar la energía nuclear de la materia. Como la Teoría de la Cosmovisión es al hombre lo que la Teoría de la Relatividad al Universo físico, podríamos pensar que no es tan descabellado imaginar que con una educación estética apropiada, se podría agregar a su capacidad emocional todo el caudal de energía hominizada atrapada en su espíritu. Este acontecimiento le daría un estado de exaltación emocional casi religioso, una visión armoniosa que lo llevaría a descubrir al hombre invisible; a ese hombre invisible que se halla oculto detrás del hombre visible que somos nosotros. Esa visión armoniosa sería frente a lo creado, una nueva capacidad humana que nos permitiría penetrar en la región de lo imperceptible.

El Evangelio dice que el hombre actúa como si estuviera dormido. Santo Tomás de Aquino, tuvo la fortuna de gozar de una visión semejante a la visión armoniosa, él, la llamó “contemplación infusa”. “Comparadas con ésta maravillosa visión –dijo–, todas las obras que llevo escritas son paja o broza”. Aldous Huxley, al someterse a la experiencia de la Mezcalina experimentó una visión semejante. No debió ser posible que esa forma de ver la hubiera hallado en la droga, ésta, lo único que debió haber hecho fue provocar la manifestación de la que ya estaba en él, inmanifestada, pero en él. Lisa creía que era posible dar al hombre esa visión, y con ella, un estado de plenitud espiritual sin recurrir a ninguna droga. Apostaba a que un proceso de educación estética y filosófica, lo iba a llevar naturalmente a liberar a su energía hominizada.

Sócrates dice en el Fedón: “Existe un mundo maravilloso más allá de éste mundo; en él, los colores son más puros y brillantes de lo que son en éste”. Esto lo dice Sócrates, nadie le pone reparos, pero cuando lo decimos nosotros… Si embargo es cierto, existe ese mundo y no está tan lejos; está apenas un poco más allá de nuestras narices; un mundo de armonías, bellezas indescriptibles, pero desconocemos su existencia. Con él, coincidió Platón diciendo: “La visión de ese mundo a descubrir, es una visión de espectadores bienaventurados; ver las cosas en su plenitud, es una bendición inexpresable”. Alldous Huxley, en “Las puertas de la percepción”, contó que estando bajo el efecto de la Mezcalina, vio que no era un mundo lejano, sino un mudo que existía allí mismo.

Digo al comenzar éste capítulo: El suyo es un mensaje lírico; lo es porque muchas veces, es desbordado por tanta poesía; digo también que en él se mezclan la realidad y la fantasía. Por un lado, lo real que se opone a lo aparente y a lo posible; por otro, pero formando parte del mismo complejo, la fantasía, de la que dijo Dilthey que “Es el fundamento de toda creación libre”.

La Teoría de la Cosmovisión de Esteban Lisa, fue una hermosa creación estético filosófica que quiso ser libre y no sujetarse a la tiranía de la estadística y la realidad, pero…, el maestro, pecó por exceso de credulidad y pagó con desencanto por su pecado.


Retrato de Esteban Lisa

II Lisa, El maestro

En la entrada de la escuela, en la cabecera del salón principal, estaban los retratos de tres genios: Kant, Einstein y Picasso, como si fueran fuentes inspiradoras de su enseñanza. Más de una vez el creador de la Teoría de la Relatividad dijo algo que le venía bien a nuestra escuela: “La experiencia más bella es la de lo misterioso. Es la fuente de todo arte y toda ciencia verdaderos”. Los retratos estaban rodeados por un conjunto de reproducciones de muy buena calidad y bien enmarcados de grandes artistas: Picasso, Braque, Klee, Miró, Matisse y Chagal.

Si bien su aspecto era serio, su trato era afable. Era un hombre inclasificable, seductor, brillante, sin comparación posible con personajes famosos de la literatura, la pintura o con celebridades del campo de la política. De estatura mediana, vestía bien pero con sobriedad. A los visitantes solía decirles: “La necesidad primordial de los gobernantes es educar; la educación ética y estética son los elementos formativos fundamentales. La acumulación de información hace peligrar la capacidad creativa de los alumnos”. En los cursos Lisa experimentaba sus concepciones filosóficas buscando los posibles nexos que podían unir a la filosofía con el arte. Imponía normas estrictas a sus discípulos parecidas a las que practicaban los maestros místicos. La consigna que imperaba en las clases era: “Si te aguantas las penurias (pruebas), yo te daré la sabiduría”. Todo consistía en trabajo incesante y fidelidad permanente a la propuesta. Muchos no aguantaban semejante rigor o carecían de ánimo suficiente para la renuncia personal y quedaban marginados de esa unidad excluyente: maestro, discípulos y en el medio ningún problema personal.

El compromiso ético y estético con la escuela por parte de los alumnos, debía ser permanente. Eso explicaría por qué sus cursos nunca fueron numerosos. Su alejamiento de los métodos empleados en las escuelas superiores de arte y su desinterés por dar a conocer sus propias obras, fueron causa de que se desconocieran sus enseñanzas y sus pinturas.

Con nosotros era muy exigente. Cuando los había, nos señalaba los defectos y nunca nos dispensaba elogios. Esa actitud era permanente y formaba parte de sus principios. Planteaba en términos filosóficos nuestra contienda en el tablero. Nuestro modelo simbolizaba el “objeto” y a nosotros nos quedaba el papel de “sujeto” . Por tanto, el acto era el equivalente de la constante lucha entre “objeto y sujeto” que desde tiempos inmemoriales nos plantean las ciencias filosóficas. No interesaba el cuadro que hacíamos, así estuviera bien logrado, lo que importaba el “estado” emocional alcanzado mientras lo elaborábamos. Porque era un estado de “abierto”. Abierto al Mundo y la paleta era nuestro laboratorio para la investigación.

Además de enseñarnos a dibujar y pintar, lo que más le interesaba era agudizar en nosotros el sentido de la observación. Estos ejercicios eran el paso previo para la gran conquista: aprender a contemplar para poder tener “una visión armoniosa”.

Dijo Ferrater Mora: “En una nueva teoría del conocimiento, la contemplación debería ser una importante forma de acción, el grado supremo de la actividad espiritual”. A la contemplación, se la vinculó antiguamente a la inactividad (vida contemplativa). Para los filósofos modernos ésta teoría ya perdió su sentido porque la contemplación no excluye la acción, ni siquiera para los místicos es así porque para ellos, contemplación no es inacción sino ejercicio.

En su obra Cielo e Infierno, Huxley dice: “La mayoría de la gente es ciega para los colores, desarrollar el sentido del color puede convertirse en un lujo biológico que puede llevar más allá del sentido utilitario de las cosas”.

Lisa creía que podía darnos esa visión –Él la llamaba visión armoniosa–, sin necesidad de apelar a la Mezcalina ni a ninguna otra droga.




[1] Varios datos de ésta página, son un aporte de mi compañero Zylberberg. Fueron tomados de su libro: “Mi maestro”, editado en España.

Óleo de Esteban Lisa

Esteban Lisa- Homenaje

I

Lisa, gran educador, filósofo y artista completo, fue mi maestro.

Esteban Lisa nació en España, en la región de Toledo. En 1.895, A los doce años emigró a la Argentina, llegó a Buenos Aires para residir en la casa de un tío paterno. Sus primeros pasos como alumno los dio en la Escuela Beato Angélico que dirigía Fray Guillermo Butler. De muchacho, en la Escuela Superior de arte se entregó al estudio serio del color y junto a su compañero Juan Del Prete –años después consagrado artista internacional–, fue un aventajado alumno. Más tarde, además de pintar, cosa que hacía todos los días, aún en momentos de dolor como nos confesó alguna vez y hasta con lágrimas en los ojos, dedicó gran parte de su tiempo al estudio de la filosofía y a la enseñanza. En la evolución de sus obras mucho tuvieron que ver sus principios filosóficos. Ya casado, su esposa, doctora en Filosofía y Letras, Josefa Pierini influyó en su concepción mística de la vida a través del arte. Era oriunda de la ciudad de Dolores; delgada, un tanto desaliñada y de un hablar lento y pausado. No había tenido hijos y con nosotros era cálida, cariñosa y nos halagaba dándonos un trato casi maternal. Estuve muchas veces en su casa y en ocasiones con algunos compañeros a ella y a Esteban –como ella lo llamaba–, los invitábamos a tomar algo o a cenar afuera.

Pese a su transparencia, muchos pensaban que su vida era hermética y enigmática. En 1.955 funda la Escuela de Arte Moderno “Las Cuatro Dimensiones”, en la avenida Rivadavia, cerca del Congreso Nacional. Los alumnos de la primera hora, seguidores fieles, formaban un núcleo cerrado alrededor de su maestro. Los que no soportaban sus exigencias o no resistían el ritmo que imprimía quedaban afuera sin que nadie los echara. Por eso fuimos pocos los que seguimos junto al profesor. Con el paso de los años, un cuarto de siglo después, después de su muerte conmigo continuaron siempre unidos aún sin su guía: Horacio Bestani, Clara Diament, Isaac Zylberberg, Osvaldo Alcoceba, Miguel Beraldi y los Malogrados, Juan Vázquez y Gregorio Golowesco.


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